El estrés en sí mismo, a diferencia de lo que comúnmente se cree, es beneficioso, la respuesta de estrés es necesaria para la adaptación del ser humano a determinadas situaciones que pueden ser, por ejemplo, amenazantes. Sin embargo cuando ésta respuesta natural del organismo se da en exceso y se mantiene de forma crónica, percibimos una serie de síntomas desagradables, tanto a nivel físico como psicológico: palpitaciones, diarrea o estreñimiento, temblores, opresión precordial, sequedad de boca, fatiga, inquietud, nerviosismo, cambios de humor, irritabilidad, alteraciones de la memoria , de la concentración, ansiedad, etc.
Es importante, por tanto, manejar adecuadamente las situaciones estresantes, controlando y reduciendo la tensión, utilizando los recursos apropiados para producir cambios emocionales y físicos beneficiosos para nuestra salud.